Como
ya dijo Dionisio Contreras una vez, lo bueno se hace esperar. ¡Ya hemos vuelto! Les
doy la bienvenida a… ¡la cuarta edición de cazadores y cazadoras
de faltas! Hoy les traigo doble error, así que estén muy alerta.
¿Qué tal si empezamos?
Esta
vez Eli y yo les presentamos tres imágenes. A simple vista no
parecen tener ninguna conexión entre ellas. Al fin y al cabo, son
solo una funda de móvil y ropa interior. Sin embargo, si nos fijamos
un pelín más… ¡Exacto, los colores! Pero, ¿por qué el
símbolo femenino y las braguitas son rosas y el símbolo masculino y
los bóxers son azules? Ahí es a dónde quería llegar. ¿Nunca
se habían dado cuenta de que los productos para niños suelen ser
índigos o añiles, mientras que para las niñas utilizan tonalidades
más chicle o fucsia? Juguetes, ropa, mantas, mochilas… Siento
comunicarles queridísimos y queridísimas lectoras que este es el
sexismo más recurrente de la historia.
Y
se preguntarán, ¿por qué esta distinción? ¿De dónde viene?
Pues bueno, déjenme que les relate un pequeño cuento. Hace más de
cien años los padres y madres de los bebés recién nacidos optaban
por vestirles, normalmente, de blanco. Durante esta época se
empleaban del mismo modo colores fuertes e intensos, la moda de las
tonalidades pastel llegó años más tarde. Poco a poco se fue
implantando la idea de que los niños debían ser vestidos con rosa,
porque se asemejaba al rojo (que simbolizaba la sangre y el coraje)
y, en cambio, las niñas debían ir con ropa azul (que representaba
el manto de la Virgen María y, por tanto, la pureza y la inocencia).
¿Increíble, no crees?
No
obstante, a raíz de la Primera Guerra Mundial la situación cambió.
Los marines empezaron a utilizar chalecos de color azul marino, por ello
los recién nacidos empezaron a llevar dicho color. No es hasta
los años ochenta que las tiendas, los anuncios televisivos y la
sociedad en general acepta el cambio y lo usan en su vida como padres
y madres.
A
lo que queremos llegar con todo esto es a que la asignación de colores
por sexo es una construcción social que depende de la época en la
que vivamos y, por consiguiente, la hemos aprendido y repetido sin reflexionar acerca de su sentido. ¿No estaría genial que todos y todas, incluso desde muestra más tierna infancia, pudiéramos disfrutar de cualquier color sin encorsetarnos en una gama cromática a razón de nuestro sexo?
¿Qué
tal si sugerimos algunos cambios? En el caso de la funda podríamos
poner simplemente purpurina de distintos colores en ambos circulitos.
Para la ropa interior infantil se nos ocurre clasificarla por colores
y tamaños. ¿Mucho más igualitario, no creen?
Por aquí les dejamos un vídeo muy… explicativo sobre el tema.
Esperamos que lo disfruten y… ¡hasta la próxima!
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